LA PALABRA CONVENCE, PERO EL EJEMPLO ARRASTRA.
Por eso en las escuelas waldorf ofrecemos en el primer septenio modelos dignos de imitación, y cosemos, cocinamos, cuidamos el jardín, lijamos, hacemos telares, cantamos... y todo ello el niño lo relaciona con su mundo inmediato, y se vincula a él desde su voluntad, porque quiere implicarse imitando.
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