martes, 23 de diciembre de 2014

APRENDER CON LIBERTAD
(Neuquén 25-03-2012)

En la región funcionan dos instituciones educativas bajo los conceptos de la pedagogía Waldorf, un sistema de aprendizaje que se basa en potenciar la sensibilidad y la capacidad individual.

Una escuela en China Muerta y un jardín en Cipolletti aplican esta metodología que se expande en la región.

Neuquén > Los niños preguntan, interpelan, se muestran resueltos, desinhibidos y curiosos. Forman parte de una de las instituciones que ofrecen en la región un sistema de educación conocido como pedagogía Waldorf, que no es nuevo sino que data de más de 90 años en Europa y unos 60 años en Argentina.
A unos 2 kilómetros de la Ruta 22 en dirección a China Muerta se encuentran el jardín Aike y la escuela Valle del Sol. Integrados a un entorno natural de chacras, buscan que de la misma manera los niños afronten el camino del aprendizaje escolar.
“La pedagogía Waldorf es como la educación para la libertad. Es muy amplio para definirlo; es como la vida, es movimiento, no se ve nada estático y todo puede pensarse desde infinitas maneras. Salen formados para la libertad, asumiendo responsabilidades, con valores de respeto, de solidaridad y compromiso”, señaló, Gabriel Cortez, uno docente de Valle del Sol.
Esta pedagogía fue impulsada por el filósofo austrohúngaro Rudolf Steiner (1861-1925) quien aplicó los fundamentos de la enseñanza con los hijos de los obreros de la fábrica Waldorf.
En esta modalidad, la educación se subdivide por septenios (siete años) que acompañan la evolución de los niños. En el primer septenio se corresponde con el nivel inicial (0 a 7 años) y segundo septenio (7 a 14) con el primario, y el tercero (14 a 21) con el medio.

Épocas
Los contenidos son los mismos que los de la currícula oficial del CPE. Lo que cambia es la estrategia pedagógica para darlos. “Se trabaja por épocas de 35 semanas donde se agotan todas las instancias de ese contenido y se deja sentada una buena base para la próxima época. Si es matemática será entre tres y cinco semanas. El sentido de la época es trabajar todos los días lo mismo con la incorporación de algo nuevo, entonces se evita el estrés infantil porque tienen la seguridad de que al otro va a ser igual pero con algo distinto. Así les das seguridad y autoestima, trabajando y creciendo desde ahí. Lo que hacemos es solidificar las bases conceptuales”, puntualizó Cortez.
El tema que ven en la clase principal -lengua, matemática, ciencias sociales o naturales- lo refuerzan, en lo que llaman la hora especial, desde lo artístico. Aquí aparecen los talleres de modelado, cocina, tejido, pintura, movimiento (educación física) o euritmia (danza terapéutica). El cierre de la actividad vuelve a integrar los contenidos.
Adrián es un papá y docente de modelado. En la escuela, enseña, por ejemplo, a trabajar la arcilla para diseñar un castillo medieval y así vivenciar un tema de la Edad Media, el tema que los chicos que están viendo en sociales.
Los niños se adaptan fácilmente. Luz es una niña que provino de una escuela privada donde se sentía abrumada por la cantidad de tareas. “Ahora tengo más tiempo para entender, nunca es aburrido. Me encanta”, dijo la niña del 5º grado.
“La adaptación es más rápida, ella venía muy atosigada de tareas y nada del disfrute que necesita su alma. Es que los chicos no se quieren perder una clase. Tienen asistencia completa y vienen con una alegría y expectativa enorme”, reflexionó Griselda, otra de las docentes.

Jardín
“En la pedagogía Waldorf la orientación es artístico-humanística. Se enseña todo a través del arte. La idea central es que en el primer septenio el niño tiene memoria de todo lo que trae de otras vidas, de todos los talentos, que son recuerdos del alma que hay que poner en práctica para que no queden opacados o escondidos”, explicó Claudia Ferioli, referente pedagógica del Jardín “Primer Septenio” de Cipolletti, que comenzó a funcionar el año pasado.
En las aulas predominan los colores cálidos y materiales nobles. No hay plástico, acrílicos o nylon. Sí maderas, papeles, lanas y telas. Todo está pensado para respaldar el contacto de los niños con la naturaleza y el respeto por el medio ambiente.
Ferioli indicó que en esta pedagogía se trabaja con ritmos: el diario, el semanal y el anual. Dentro del anual, que vendría a ser la planificación, se divide por estaciones. Y en vez de llamarse planificación por eje, se llama época que se corresponden a las estaciones, donde están incluidos los ritmos.
“El semanal es siempre el mismo: los lunes se trabaja con acuarelas, los martes se hacen sopa de verduras, los miércoles se elabora el pan, los jueves se hacen labores – tejer, coser-, y los viernes, limpieza”, explicó la docente
En el ritmo diario, la alimentación es distinta. Los lunes comen arroz yamaní con gomasio (sal de sésamo tostada);  los martes sopa de verduras que ellos mismos hacen; los miércoles comen mijo, los jueves pan casero con dulce y los viernes comen granola, que es avena tostada con frutos secos. La infusión no contiene leche sino té de manzanillas.
Todo tiene un por qué. “Son  niños más sanos. Libres, porque desde el primer momento están poniendo en juego sus talentos y no están siendo estructurados como en la educación tradicional. Tienen más conocimientos porque se incorporan con fluidez y como algo natural”, sostuvo la docente, que en todo momento destaca  el valor de la libertad: “Hay una apertura de conciencia y lo que antes se veía como algo extraño, se está logrando difundir. Los padres buscan reforzar la parte espiritual: acá los chicos no gritan y están en armonía”, explicó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario