jueves, 28 de mayo de 2015

Os compartimos este artículo que ha publicado el periódico digital valladolidsiglo21.com, y a los que agradecemos el interés que han mostrado en conocer nuestra escuela.

PEDAGOGÍA WALDORF. UNA EDUCACIÓN DIFERENTE.
Ser feliz y ser responsable son cualidades que van de la mano. El niño debe aprender a través del sentimiento y desarrollar muchas capacidades.

Al entrar en el jardín de infancia “El puente azul” te sorprende el hecho de encontrarte en un entorno totalmente diferente al que imaginamos cuando alguien nos habla de una guardería.

Un hogar rústico en un entorno natural, lleno de jardines cuya intención es que sus alumnos se encuentren como en casa.

Hace unos días tuve la oportunidad de conocer a Thurit Armbruster, directora del jardín de infancia “El puente azul” situado en Camino viejo de Simancas, 28, con quien tratamos de descubrir una nueva forma de entender la educación.

Hoy contamos en Valladolid con una escuela de educación infantil y primaria cuya andadura comenzó en el año 2005 gracias a la iniciativa de tres maestras que quisieron aportar a Valladolid su visión de la educación desde un punto de vista de la pedagogía Waldorf que “contempla al ser humano como parte del sentir, de las emociones, es decir, en todas sus facetas, no va solo dirigida al intelecto.”

A principios del siglo XX Rudolf Steiner comenzó a hablar de una pedagogía diferente en la que se daba una gran importancia a los jardines de infancia, pero esta filosofía no llegará a España hasta 1979.

Al preguntarle a Thurit Armbruster si Valladolid estaba preparada para recibir este tipo de formación, afirmó que como cualquier otra ciudad ha ido abriéndose a este tipo de enseñanza, “cada vez hay más familias que resuenan con este tipo de educación”.

Cuando le preguntamos por los resultados de las diferentes generaciones educadas según esta pedagogía nos comenta que “son positivos porque cuando decides llevar a un hijo a una escuela Waldorf buscas que sea una educación para la libertad, es decir, que vayas fundamentando las diferentes etapas evolutivas del ser humano para tener un propósito en esta vida, no se educa para la funcionalidad sino para un propósito.”

Cuando oímos hablar de escuelas en las que priman las emociones por encima del intelecto escuchamos comentarios relacionados con la felicidad y pasárselo bien, Armbruster nos dice que “trabajar y pasárselo bien pueden y deben ir de la mano”, por tanto la escuela debe convertirse en un lugar de trabajo donde se disfrute de la labor a realizar y la manera de aprender debe ser apasionante.

El maestro, por tanto, debe trabajar mucho. La tarea del maestro es ser creativo, empático, tiene que saber combinar las diferentes individualidades y llegar a todas.

“Disciplina con amor, límites con firmeza” afirma Thurit Armbruster, al tiempo que nos comenta que todos los actos tienen unas consecuencias. En la escuela Waldorf se trabajan mucho las emociones, siendo parte fundamental del aprendizaje.

El reto de estas mujeres que emprendieron este proyecto en 2005 es “completar toda la primaria y tener secundaria porque es donde más se manifiesta el fracaso escolar. Trabajar con propuestas más activas y emocionales puede despertar la cualidad del adolescente, es una etapa de gran potencialidad a nivel intelectual y vital. Es una etapa donde se pueden despertar verdaderas vocaciones.”

Finalmente, charlamos sobre las posibilidades que el maestro tiene de realizar su trabajo de una manera diferente a la tradicional, a lo que nuestra amiga Thurit nos habló de “la libertad de cátedra, esa que nos permite hacer el recorrido que prefieras para llegar a esos objetivos con la metodología más conveniente”. Por supuesto que es difícil realizar un trabajo alejado al modelo que aprendiste pero como apuntó Thurit “uno tiene que revisar lo que es, preguntarse si eso es lo que realmente quiere volver a hacer”, se trata, por tanto, de un proceso de auto-aprendizaje en el que uno debe hacerse muchas preguntas internas.

-María Lavin-

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