EL REGALO DE LA HUMILDAD
¿Qué sucede cuando cómo padres o maestros
nos sentimos incapaces de solucionar un conflicto con nuestros hijos o
alumnos? ¿O cuando nos presentan comportamientos o situaciones que no
sabemos cómo resolver? Hagamos lo que hagamos nos vamos alejando cada
vez más de ellos y nuestra frustración va siendo cada vez mayor.
No somos perfectos, ni tenemos que mostrar
esa imagen de perfección ante nuestros hijos o alumnos. Somos personas,
con nuestras luces y sombras, con nuestras imperfecciones y
limitaciones. Los niños no buscan padres o maestros perfectos, los
buscan auténticos. Porque mostrándoles modelos de perfección les estamos incapacitando para vivir.
Dice Fidel Delgado: “Todo el mundo acompaña
justo hasta donde llega. Y cuando no llega, manifiesta sus límites”. Lo
cual no es bueno ni malo, lo importante es ser consciente de ello, para
poder decir a nuestros hijos o alumnos, con humildad: ‘hasta aquí en
esto que me pides’; o yo no puedo, no sé, acompañarte.
Podemos regalarles a nuestros hijos o alumnos humildad. Es mucho mejor reconocer
que no sabemos; que nos retiramos para aprender, para volver
sintiéndonos capaces y preparados para seguir acompañándoles. Y sobre
todo, porque volvemos dispuestos a seguir disfrutando de la tarea que es
educar.
Sólo así, aceptando, conviviendo y
conquistando nuestros miedos e incapacidades con respecto a ellos,
podemos dejar de sobreprotegerlos y soltar ese exceso de responsabilidad
que nos agota y bloquea.
Tu eliges, qué quieres transmitir y vivir
con tus hijos y alumnos: modelos de perfección que nos llevan a la
exigencia y la frustración o ser ejemplo para tus hijos y alumnos de humildad, paciencia (que es esa capacidad de darte las oportunidades que necesites para seguir aprendiendo) y disfrute.
¿Qué eliges?
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