¿Por qué estamos tan enamorados de nuestros pequeños dispositivos
electrónicos? Los smartphones y otros aparatos similares se han convertido en
algo indispensable en nuestras vidas, parte de nosotros mismos. Enviar y
recibir mensajes, buscar información online o compartir imágenes son
actividades que forman parte de nuestra rutina, un elemento indiscutible de
nuestra existencia. ¿Cómo es posible que una cosita tan pequeña nos hechize de
esta forma? ¿Qué tienen que saber maestros y alumnos acerca de sus
consecuencias para el cerebro? Karin Smith ha estado investigándolo.
Mis hijas dejan
su smartphone o su Ipod encima del escritorio mientras hacen los deberes, y
envían y reciben mensajes mientras estudian el vocabulario de francés o se
pelean con un problema de álgebra. Me dicen que los deberes son muy aburridos
sin el móvil a mano.
En nuestra
escuela, los teléfonos móviles estan prohibidos durante las clases, en las
aulas, los pasillos y las zonas exteriores. Y sin embargo, es un secreto a
voces que durante las pausas los alumnos miran si tienen mensajes en los
smartphones, esperando con descaro al más puro estilo adolescente que no les
descubran ni les confisquen el teléfono durante unos días. Escudriñan las
pantallas rápidamente mientras conversan con sus amigos sobre diferentes temas
a la vez y comen una cantidad ingente de galletas.
Muchos adultos
también se sienten estrechamente vinculados a sus pequeños aparatos. Yo misma
casi nunca salgo sin el móvil. ¿Será porque mis hijas, padres, amigos o incluso
mi jefe podrían querer contactarme? ¿Quiero sentirme indispensable? ¿O será que
el pequeño dispositivo ejerce algún poder sobre mí?
Mi hermano, el
clásico hombre de negocios suizo, deja su móvil en la mesa mientras comemos con
nuestros padres ya ancianos los domingos. Me cuenta que para él y para sus
colegas mirar el teléfono, enviar mensajes o escribir correos electrónicos
breves durante las reuniones de trabajo es lo más normal del mundo.
En el año 2013,
el 78% de los adolescentes americanos tenía teléfono móvil. (i). En Suiza, un
abrumador 97% de los jóvenes entre los 12 y los 19 años tenía un smartphone en
el año 2014(ii). El 63% de la población mundial usa teléfonos móviles y está
previsto que esta cifra aumente hasta el 69.4% en el año 2017(iii) La primera
generación digital (los nacidos a partir de 1980) ya hace tiempo que terminó
sus estudios y es la que actualmente conforma el profesorado de nuestros hijos.
Sin ninguna duda, los smartphones forman parte de las vidas de los
adolescentes, jóvenes adultos y muchos profesores en la mayoría de países con
escuelas Waldorf / Steiner.
¿Nos debería
preocupar la omnipresencia de los dispositivos móviles? Según el
neurocientífico y famoso autor Daniel Levitin sí debería. En su libro The
Organized Mind (La mente organizada)”(iv), explica lo que ocurre en el
cerebro cuando recibimos un mensaje o un correo electrónico: aumenta la
producción de cortisol y de adrenalina y crea un bucle de retroalimentado de
adicción a la dopamina. Levitin advierte: “No se equivoquen: consultar los
correos electrónicos, Facebook y Twitter provoca una adicción neuronal.”(v)
¿Por qué?
Un malabarista
de platos chinos aficionado y exhausto
Normalmente la
gente lee y escribe mensajes de texto o de otro tipo mientras hacen otra cosa.
Los smartphones y otros dispositivos móviles juegan un papel clave en las multitareas.
A veces estoy escuchando la tertulia de la tarde en la radio mientras corto las
zanahorias para la cena y aprovecho para enviar un mensaje de texto a una
compañera de trabajo. Luego miro la bandeja de entrada y resuelvo las dudas
sobre la Revolución Francesa de mi hija mientras le pongo la comida al gato.
En la escuela
veo adolescentes que durante la pausa se enseñan fotos del móvil, escriben un
WhatsApp y se retocan el maquillaje mientras contemplan con horror el método
del paralelogramo para la suma de vectores que tienen que saberse para la
próxima clase.
Rideout et
al(vi) analizaron en 2006 los hábitos relativos a las multitareas de los
adolescentes. Un chico de diecisete años describe su vida diaria con estas
palabras: “Cada segundo que paso conectado estoy haciendo más de una cosa a la
vez. Ahora mismo estoy viendo la televisión, mirando mi bandeja de entrada cada
dos minutos, leyendo mensajes y descargando música mientras escribo esto.” Y
una chica de quince años dice: “Estoy constantemente enviando mensajes a mis
amigos, mirando el correo, haciendo deberes o jugando al ordenador mientras
hablo por teléfono.”(vii)
La mayoría de
nosotros usa los dispositivos en modo multitarea, los jóvenes igual que los
adultos, y aunque pensemos que estamos haciendo varias cosas a la vez, en
realidad sólo estamos saltando rápidamente de una tarea a la otra “como un mal
malabarista de platos chinos aficionado”, dice Earl Miller, neurocientífico en
el MIT y experto en el campo de la atención dividida. Advierte que “las
mulitareas digitales aumentan la producción de cortisol y adrenalina, lo cual
sobreestimula el cerebro y provoca pensamiento disperso.”
Además, cambiar
rápidamente nuestra atención hace que la glucosa se consuma enseguida. Esto es
nefasto porque la glucosa es precisamente lo que necesitamos para permanecer
centrados en una tarea con lo que muy pronto nos sentimos cansados y
desorientados, según explica Earl Miller. (viii)
Otro
neurocientífico, Russ Poldrack, descubrió que si los alumnos hacen deberes
mientras participan en una actividad digital, la información del trabajo
escolar acaba en la parte equivocada del cerebro. Queda almacenada en el cuerpo
estriado, donde se almacenan los nuevos procedimientos y habilidades. Sin
embargo, la información escolar debería almacenarse en el hipocampo para poder
ser recuperada de nuevo. El hipocampo da estructura a la información y la
organiza de distintas formas, mientras que la información almacenada en el
cuerpo estriado no se puede recuperar con facilidad. (ix)
A la dopamina
le encanta la imprevisibilidad y la anticipación
Otro elemento
clave del juego es la dopamina. Esta hormona hace que busquemos información
nueva, nuevos estímulos, nos hace sentir energéticos y nos mantiene motivados. Aun
así, cada fragmento de información nueva, cada estímulo nuevo, cada mensaje de
texto nuevo, cada “cling” de nuestro smartphone nos recompensa con más
dopamina, que a su vez hace que queramos más. He aquí cómo quedamos atrapados
en el bucle de retroalimentado de dopamina del sistema límbico (x). Para
empeorar las cosas: la imprevisibilidad y la anticipación también estimulan el
sistema de la dopamina. Esto es lo que hace que los jugadores queden pegados al
asiento de las máquinas tragaperras: esperan que la próxima partida les haga
ricos pero nunca pueden estar completamente seguros de ello. La anticipación y
la imprevisibilidad inundan el cerebro de dopamina, que a su vez nos obliga a
buscar el próximo estímulo.(xi) Y ni usted ni yo sabemos de quién será el
próximo mensaje de texto o el próximo correo electrónico ni qué dirá: un
auténtico caramelo para la producción de dopamina, verdaderamente.
No es nada
sorprendente, pues, que los adolescentes tengan sus smartphones a mano cuando
hacen los deberes porque “si no, es muy aburrido”.
¿Cuáles son los
beneficios de la atención focalizada?
Los
descubrimientos anteriores podrían motivarnos a usar nuestros aparatos de una
forma más consciente y a disfrutar de los efectos calmantes de niveles más
bajos de adrenalina, cortisol y dopamina. Y ahora las buenas noticias:
cosecharemos muchos más beneficios si concentramos nuestra atención no dividida
o focalizada en una sóla tarea. Por un lado, permanecer centrados en una única
tarea exige menos energía que las multitareas y de hecho hace que el cerebro
necesite menos glucosa.”(xii) A su vez, la glucosa disponible nos permite
concentrarnos en la tarea y explorar un tema en profundidad, ¡un bucle
positivo!
Por otro lado,
los análisis en profundidad hacen que las sinapsis, básicas para la transmisión
de información en el cerebro, crezca con más fuerza. La atención focalizada y
sostenida intensifica la elaboración de la información; la información se
procesa en muchas partes del cerebro porque se ha “propagado” a través de las
sinapsis, que crecen más fuertes y más variadas. La intensidad de este proceso
hace pues que la información se almacene mejor en nuestra memoria que la
información a la que sólo se le ha echado un vistazo.(xiii)
¿ Quién es el
capitán de mi alma?
Ser capaces de
centrar nuestra atención en lo que decidimos y no en lo que llega a nuestra
bandeja de entrada, escoger nuestra propia reacción a cualquier situación tiene
mucho que ver con el autocontrol y la fuerza de voluntad. El autocontrol es la
habilidad para inhibir impulsos y comportamientos reflejos. Se origina y se
controla en los centros de pensamiento de mayor nivel del córtex
prefrontal.(xiv) Con su experimento a base de malvaviscos (o “nubes”), Walter
Mischel mostró que los niños de tan sólo cuatro años que podían controlar el
impulso de comerse una “nube” que alguien les ponía delante serían adultos más
felices, más sanos y más ricos que los que no podían resistirse. Entre otros
efectos positivos, sus relaciones afectivas serían más estables, su nivel
educativo mayor y serían menos proclives al consumo de drogas o a cometer
delitos.(xv)
Manfred Spitzer
explica la relación entre el estrés y el autocontrol: no es la situación en si
la que provoca estrés, sino la cantidad de control que sentimos durante un
suceso. (xvi) En otras palabras: cuanto más control tengamos en una situación,
menos estresados nos sentiremos. El autocontrol reduce claramente los niveles
de estrés. En términos de multitareas digitales, esto significa que yo reduzco
los niveles de estrés cada vez que YO escojo si, cuando y cómo reacciono
ante un mensaje de texto, un e-mail o cualquier otra forma de distracción.
He aquí pues
otro beneficio: dirigir nuestra atención hacia lo que nosotros escogemos
significa también escoger el hecho de dirigir nuestro foco hacia los aspectos
positivos de cualquier situación. Y esto nos hace más felices. Barbara
Fredrickson, psicóloga en la universidad de Carolina del Norte, ha demostrado
que centrarnos en los sentimientos positivos amplía nuestro mundo. “Ser capaz
de controlar tu atención te otorga mucho poder, porque sabes que no tienes por
qué concentrarte en una emoción negativa que surja,” dice el premio Nobel
Daniel Kahneman.(xvii)
Para resumir:
Las actividades rápidas, espontáneas y superficiales como las que exigen los
mensajes de WhatsApp y de correo electrónico se dejan llevar por los antojos
del sistema límbico. La actividad reflexiva, profunda y focalizada, en cambio,
se controla en los centros de pensamiento de mayor nivel en el córtex
prefrontal. Esta información es fundamental tanto para alumnos como para
maestros y profesores.
Karin Smith no tiene smartphone pero incluso con un móvil rudimentario y un ordenador
portátil de lo más simple algunas veces cae en la tentación de la multitarea
digital. Es profesora y editora y vive con sus dos hijas en una vieja granja
restaurada en las afueras de Berna, Suiza.
I Teens and Technology 2013. PewResearchCentre at the Berkman Centre
for Internet and Society de la Universidad de Harvard.
ii James Studie: https://www.swisscom.ch/de/about/medien/press-releases/2014/10/20141030-MM-James-Studie.html
[23.2.15]
iii http://www.emarketer.com/Article/Smartphone-Users-Worldwide-Will-Total-175-Billion-2014/1010536[20.3.15]
iv Levitin, D. (2014) The Organized Mind: Thinking Straight in the
Age of Information Overload. Penguin. New York
v Levitin, D. (2015) Why the modern world is bad for your brain.
Artículo publicado en The Guardian Weekly. 6 de febrero de 2015.
vi Rideout V. and Hamel E. (2006) The media family: Electronic
media in the lives of infants, toddlers, preschoolers and their parents.
Kaiser Family Foundation. Menlo Park. CA
vii Spitzer, M. (2012) Digitale Demenz. Wie wir uns und unsere
Kinder um den Verstand bringen. Droemer. München
viii Levitin, D. (2015) Why the modern world is bad for your brain.
Artículo publicado en The Guardian Weekly. 6 de febrero de 2015.
ix Ibid.
x Parte “sentimental” del cerebro, responsable prinicpalmente de
nuestra vida emocional.
xi http://www.blog.theteamw.com/2009/11/07/100-things-you-should-know-about-people-8-dopamine-makes-us-addicted-to-seeking-information/
[23.3.2015]
xii Levitin, D. (2015) Why the modern world is bad for your brain.
Artículo publicado en The Guardian Weekly. 6 de febrero de 2015.
xiii Spitzer, M. (2012) Digitale Demenz. Wie wir uns und unsere
Kinder um den Verstand bringen. Droemer. München
xiv Parte del cerebro implicada en inhibir las reacciones emocionales.
Es nuestra forma de intelecto más nueva y más alta. Tiene la capacidad de
poderse separar y es la parte más objetiva del cerebro.
Xv Mischel et al. (1989) Delay of gratification in children. Publicado
en el número 244 de la revista Science: páginas 933-938.
xvi Spitzer, M. (2012) Digitale Demenz. Wie wir uns und unsere
Kinder um den Verstand bringen. Droemer. München
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